Hablando claro, no sé. Yo simplemente no me satisfago desde que me gradué, y no, no hablo de sexo, aunque unos buenos orgasmos y gemidos están bienvenidos. Supongo que hay algo acerca de estar constantemente en crecimiento, desarrollo y sabiduría que gusta. Pero vamos, que el bachillerato lo terminé por decir que tengo uno, y para enorgullecer a mami y papi, no por mí.
Tengo un trabajo a tiempo medio en una tienda de ropa de esas al por menor. En mi tiempo libre, saint Dua Lipa está en repeat, y busco en los recovecos de mi mente mi propósito de vida. Claramente, ahí no está la respuesta. Te juro que me desconozco. ¿Cuál es mi hobby? No sé. Antes dibujaba… Ahora solo estoy en Facebook, luego Instagram, luego Facebook, y rinse and repeat para entonces observar cómo mi energía fue succionada por las publicaciones lloripartys de la gente con inmadurez emocional. En Instagram, me frustro al ver que solo tengo 583 seguidores al momento, y contemplo publicar fotos provocativas para que el algoritmo me favorezca (nota aparte, me abrí un Only Fans; lo cerré dos días después).
¿Por qué estoy aborrecía? Fácil. Vivo en una sociedad capitalista, con una cantidad considerable de tiranía disfrazada de democracia, y me veo obligada a trabajar para hacer más ricx a alguien más, mientras yo sacrifico mi juventud y horas de sueño por una compañía que me reemplazaría en un santiamén si me muero hoy.
Okay, cool, so yo nací para ser libre, igual que cualquier Tita pelúa de la iupi, o, en general, cualquier persona woke. Qué cliché. Para bien o para mal, aunque reconozco mis derechos como ser viviente, mirando más allá de lo establecido como norma, y desafiando a los adultos cercanos a mí, entiendo que yo no soy la cara de la revolución anti-capitalista. Habiendo dicho esto, te comento, si voy a ser partícipe de este juego de mierda consumerista, elijo ser de la clase alta, de esos que riguen cómo las reglas se ejecutan. Yo no nací para ser empleada, nací para darme la vida de CEO. Solo hay un problema principal: es D I F Í C I L.
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